domingo, 14 de noviembre de 2010

UDAIPUR - La India de los Maharajas


Una de las habitaciones del Palacio Real.

El tiempo que nos dimos en Pushkar sirvió para descansar, pero también para evaluar nuestro recorrido. Miramos el viaje desde dentro y la perspectiva fue diferente. En lugar de recorrer todas las grandes ciudades de Rajastán, seguiríamos al sur hasta Udaipur, y desde allí al oeste para conocer la ciudad natal de Gandhi y la cercana isla de Diu. Tomamos esta decisión basándonos en nuestras motivaciones, y en nuestro deseo de seguir un circuito un poco más alternativo, menos preparado para el turista.

A Udaipur llegamos cuando la ciudad estaba amaneciendo. Encontramos alojamiento céntrico y dentro de nuestro presupuesto en un confortable Haveli o casa tradicional de la región de Rajastán.






Las extraordinarias lluvias de este año habían llenado por completo el sistema de lagos que rodea la ciudad. Un increíble proyecto de ingeniería ideado por el marajá para dar a la ciudad una apariencia de escenario de cuento de hadas. Construyó hasta un palacio en el centro del lago Pichola que hoy es uno de los hoteles más exclusivos de Udaipur. Y aunque hoy tal idea sería una excentricidad, a nosotros nos gustó aquel lugar y su entorno.

Visitamos el city palace, propiedad aún del rajá de Udaipur y su familia, quienes consiguen conservar su patrimonio gracias a sus negocios hoteleros. Parte del palacio es visitable, y parte es residencia de la familia real. Los rajás recibieron importantes asignaciones presupuestarias del gobierno indio hasta mucho después de la independencia. Finalmente y ya bien entrado el siglo XX, el parlamento suprimió los derechos reales de estas familias, y en la mayoría de los casos sus palacios pasaron a ser propiedad pública y hoy son administrados por el estado. Al final de nuestra visita al palacio nos sorprendió un buen chaparrón que nos obligó a buscar refugio. Corrimos a un pequeño restaurante donde comimos uno de los mejores thalis de todo el viaje. El chef, un joven adolescente, tenía maña en la cocina y trabajaba incansablemente para satisfacer a la clientela. Frente al restaurante y a la orilla del lago, algunas mujeres aprovechando el aguacero, tomaban baño y lavaban la ropa con la ciudad a sus espaldas.




Un paseo vespertino y una agradable cena en la azotea del hotel, desde donde disfrutamos de bonitas vistas de la ciudad iluminada cerrarían nuestro paso por Udaipur. Al día siguiente y a eso del mediodía partimos. Tomaríamos primero un autobús y después un tren hasta Porbandar, ciudad natal de Gandhi localizada en la costa oeste de India





 
Namastë








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